martes, 12 de noviembre de 2013

Finanzas Éticas y charlatanes; estamos rodeados!

La información en Internet es una cosa muy rara. Cuando, hace poco, vi un reportaje de un programa español que ya comenté aquí, empecé a preocuparme de dónde debería invertir mi dinero y aprendí que había empresas éticas. Al final de ese post decía que andaba buscando una empresa ética y me preguntaba cuándo sería el día que en Chile tuviéramos siquiera la posibilidad de invertir en un banco ético.

Desde entonces he seguido buscando y cada vez que tengo la oportunidad le pregunto a los vendedores de casi cualquier cosa si saben de algo como eso en Chile. Hasta ahora la respuesta ha sido negativa. Y resulta que buscando, encontré este otro reportaje, también de la televisión española, sobre el mismo tema.




Con mi habitual terquedad, continué con mi búsqueda y llegué finalmente a un blog llamado El Retorno de los Charlatanes, que leo de vez en cuando porque trata principalmente de "Cuestionamientos al pensamiento mágico, la irracionalidad cómoda, el embuste paranormal y otras fantasías perjudiciales", como dice su cabecera, y a mi todas esas cosas me parecen de lo más interesantes.

Total que en dicho blog encontré un post que trata, entre otras cosas, del mentado Triodos Bank. El mismito que yo quería ver instalado en Chile. Dice este post que el dichoso banco es parte poco menos que de una secta de seguidores de un tal Rudolph Steiner, personaje del que oigo hablar por primera vez y que, entre otras gracias, es el creador de la antroposofía, o sea, filosofía centrada en el hombre.

El post del blog en cuestión abunda en información de lo más preocupante respecto de la filosofía aquella, diciendo por ejemplo que se dedican a la enseñanza de sus creencias en sus propias escuelas (¿de dónde me suena esto?), llamadas "escuelas waldorf". Al final descubro que en Chile no tenemos bancos éticos, pero sí tenemos escuelas waldorf, una de las cuales hasta se llama Rudolph Steiner. Afortunadamente, esas escuelas no cuentan con el reconocimiento estatal, todavía. Faltaría más. ¡Qué cosas!

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