martes, 17 de septiembre de 2013

Enric González, no insultemos al fútbol

Enric González es uno de los mejores reporteros españoles. Ha cubierto los más grandes acontecimientos siendo corresponsal del diario El País y otros medios. Ha estado por ejemplo, en el genocidio de Ruanda, en 1994. En los ratos de ocio, se ha dado tiempo para escribir algunos libritos muy interesantes sobre algunas ciudades muy interesantes. Historias de Londres, Historias de Nueva York e Historias de Roma son tres de sus libros y me han gustado mucho. Se ve que lo de los títulos no es lo de Enric, pero los libros están muy bien.

También me ha gustado mucho otro de sus libros titulado Historias del Calcio. En historias del Calcio, por ejemplo, entendí por qué el fútbol italiano es como es (lleno de fachos) y aparece una anécdota que me hizo reír. Como es mi costumbre, transcribo la anécdota sin permiso:
Por alguna razón, el desastre romanista en Manchester y el éxito milanista en Múnich generaron una misma reflexión, quizá deprimente, en numerosos comentarios: el hombre que marca la diferencia, el futbolista italiano más relevante en el calcio de hoy, es uno de esos tipos tan listos que prefieren pasar por tontos, torpes y obcecados. Se trata, como es obvio, de Gennaro Gattuso.

Él sigue empeñado en preservar su mala fama. Tras un partido de Italia en el pasado Mundial, un periodista le comentó que había sido el jugador más destacado de la selección. Cualquier otro habría respondido con una ñoñez de manual. Gattuso, no. «No empecemos insultando al fútbol», masculló.
Aquí se puede ver una interesante entrevista a Enric hablando de la prensa de aquellos años y de lo que se veia venir. No andaba descaminado. entre otra de las cosas que me gustan de Enric es que tiene las orejas más grandes que las mías. ¡Qué cosas!



Actualmente, Enric González escribe en la revista cultural Jotdown y sus artículos se pueden leer aquí. Atención con el artículo "Los efectos de la luz sobre las margaritas". Se trata de una larga explicación sobre teoría económica y cuando llega a la parte de explicar dos teorías sobre cómo surgió el dinero también me hizo reír:
Los liberales tenderán a afirmar que el rudimentario trueque prehistórico fue superado con la adopción de bienes fácilmente liquidables, es decir, aquellos que todo el mundo consideraba valiosos en todo momento y no eran perecederos, como la sal o finalmente los metales preciosos, y explicarán que el oro y otros metales fueron luego acuñados en monedas. Un keynesiano dirá que el trueque se corrigió de otra forma: el tipo que quería cambiar guisantes de marzo por uvas de septiembre daba al viticultor una cantidad de guisantes y recibía de él un reconocimiento de deuda (algo como “en septiembre pagaré seis cestos de uva”) que el guisantero podía conservar, o ceder a cambio de algo a otra persona interesada en obtener uvas en septiembre; el keynesiano opinará que ese reconocimiento de deuda fue el origen del dinero.

Como a estas alturas debo ser el único que lee esto, podemos ir a lo importante: el objetivo del “homo economicus”, y lo somos todos, consiste casi siempre en que pague otro. El intríngulis de la crisis europea se reduce a eso. Lo mismo que la crisis mundial y el gran debate sobre los modelos económicos.

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